La poesía de Mario Caparra no pide permiso. Se planta. Escupe. Arranca en seco, sin preámbulos, con un perro meando filosofía sobre el asfalto. A partir de ahí, todo rueda cuesta abajo con estilo. No hay consuelo, ni metáfora climática que nos rescate del golpe.
Destacado
Cuando el nuevo hombre despierta: llega Nerón
Una ópera grotesca, punk y tropical donde Roma se derrumba entre pasiones febriles y visiones alucinadas.
